Por el Padre Nelson Gonzalez
Vicario Parroquial de St. Anthony Catholic Church, Columbus
Desde los comienzos de la vida cristiana en los encuentros en torno a la Eucaristía, se ha dado la dificultar para dar razón de lo que se celebra. En el entorno de la celebración de la “cena del Señor” San Pablo se encontró en Corintio con una comunidad dividida entre los pudientes de la comunidad que se emborrachan por llegar primero; mientras que los pobres, por compromisos temporales llegaban tarde quedándose sin cenar.
La inequidad de la sociedad hacia estragos en la Eucaristía, Pablo les dijo: “Porque cada uno se adelanta a consumir su propia cena y mientras uno pasa hambre, otro se emborracha. ¿No tienen sus casas para comer y beber? ¿Qué puedo decirles?, ¿voy a alabarlos?;en esto no. Porque yo recibí del Señor lo que les transmití: que el Señor, la noche que era entregado, tomó pan, dando gracias lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía. Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor, hasta que vuelva (1 Cor 11,20-26).
En el ámbito de la nutrición hay una cierta jerarquía vital porque vegetal asimila al mineral, las plantas al agua y las sales; los animales se nutren de los vegetales; un pájaro come granos y no al revés. En la eucaristía Cristo se asimila a nosotros, somos nosotros quienes nos transformamos en él y no al contrario. Entonces para Pablo, el cuerpo de Jesús es todos los bautizados reunidos en comunidad, comiendo juntos. El contacto y unión de los cristianos con Cristo es tan íntimo que formamos un solo cuerpo con Cristo y por consiguiente entre nosotros.
Una dimensión más profunda de comunión se da con el alimento que nos nutre, porque la comida llega a ser carne de nuestra carne y sangre de nuestra sangre. ¿Y qué ocurre en la comunión eucarística? Jesús dice: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo… mi carne es verdadera comida… el que come este pan vivirá para siempre”.
No podemos hacer comunión con Cristo si hay división entre nosotros: “El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan”, “Si yo me dedico a los pobres y los atiendo, es porque acabo de comulgar”, decía la madre Teresa de Calcuta.
Se vive biológicamente de comer y beber; se vive humanamente de comer y beber en comunidad; se vive como cristiano de recordar comer y beber como lo hizo Jesús en la multiplicación de los panes; la multiplicación de los panes, es un signo de compasión humana y solidaridad, para realizar este milagro Jesús entrega a los discípulos,Iglesia,lo que había, pidiéndoles que primero organizaran a la gente en grupos y sentados en el prado; dando como resultado que se saciaron todos y sobraron doce canastos, pidiendo que no se fueran a perder. Donde no hay solidaridad abunda la inequidad, pero donde existe la solidaridad sobra y lo que se arruina es la inequidad para ser más compasivos y humanos.
Las relaciones fundamentales del ser humano son de fraternidad, amistad, dialogo, solidaridad, agradecimiento y respeto. En toda relación humana el amor se llama perdón, hasta con lo mínimo que son las excusas para mantener la comunión; nunca por ser diferentes nos podemos tratar como enemigos. Que la Eucaristía nos una en todo momento en comunión más sólida con Cristo y nuestros hermanos.