Por la Hermana Liliane Janda, IWBS
Hermanas del Verbo Encarnado y del Santísimo Sacramento
Mientras reflexiono sobre la Eucaristía, recuerdo lo maravilloso que es Dios. Recuerdo que en una Misa cuando se proclamó la lectura de San Pablo a los hebreos y el padre Albert Yankey, quien es capellán de nuestra comunidad, estaba dando su homilía, yo estaba asombrada por el misterio y la revelación.
Fue durante esa homilía que me di cuenta de que Jesús se ofreció a sí mismo como un solo sacrificio en su Última Cena. De manera que, a lo largo de todos estos siglos, el sacrificio de la Última Cena celebrado por Jesús, se sigue celebrando cada día en la misa, ya que el sacerdote actua en la persona de Cristo al celebrar el sacramento.
Es por eso que, durante el sacrificio de la Misa fijo mi mirada en la Eucaristía, y sabiendo que Dios está allí presente, me quedo quieta y en silencio, y llenándome de mucha esperanza, en esos segundos rezo por todo el pueblo de Dios. La misa es un tiempo especial para estar en la presencia de Dios, orar y darle gloria.
Después de recibir a Jesús en la Sagrada Comunión, voy a mi banco y oro por intenciones especiales para ese día e incluyo oraciones por los necesitados, incluida mi familia. ¡Qué maravilloso es para nosotros estar hoy con Jesús, en forma Eucarística, a través de la Santa Misa! Gracias, Dios, por darnos a Jesús en la celebración de la Eucaristía.
Me gustaría compartir una anécdota: Tuve la oportunidad de ir en peregrinación a España y recorrer el Camino de Santiago. En esta peregrinación, mi tía y yo visitamos O Cebreiro la cual es una pequeña villa montañesa muy tradicional en la región.
Al pasar por esta villa me conmovió la historia del milagro Eucarístico que sucedió allí. En la capilla de este poblado en el año 1300, cuando un sacerdote, que ya no creía en la Presencia Real, estaba celebrando la Misa, la Hostia se transformó en Carne y el Vino en Sangre. Permítanme expandir un poco en el contexto de este milagro Eucarístico a continuación.
Hace muchos años, un granjero de la región de nombre Juan Smith llegó a la capilla para la misa en medio de una ventisca. El sacerdote pensó que nadie vendría a la misa debido a los fuertes vientos. Sin embargo, el sacerdote comenzó la misa debido a la asistencia del granjero Juan. Durante la consagración, ocurrió un milagro Eucarístico: la Hostia se transformó en Carne y el Vino en Sangre.
Más tarde cuando estábamos en nuestro hospedaje y ya nos habíamos dormido, mi tía se despertó y miró por la ventana. Yo también me había despertado. Desde la ventana vimos la capilla de la comunidad de O Cebreiro que visitamos, donde ocurrio el milagro Eucarístico. La estructura de la capilla estaba toda iluminada como si el edificio fuera translúcido. Dios nos bendijo con un recuerdo especial de la capilla O Cebreiro y el lugar donde
se realizó un milagro Eucarístico.
Finalmente, me gustaría compartir que antes de ingresar a la vida religiosa, asistí a un 50 aniversario del Jubileo del Padre Kolek, y cuando levantó la Hostia, las palabras que me conmovieron significativamente fueron: “Ven y sígueme”. Inaudiblemente escuché estas palabras en mi mente y corazón.
Como miembro de la congregación de las Hermanas del Verbo Encarnado y del Santísimo Sacramento, nuestra congregación participa en dar gracias a Dios en la Misa y ¡adorar a Jesús en el Santísimo Sacramento!
Este carisma es en verdad un gran regalo!